Sobre mí

Como podréis ver, me llamo Carlos. Vivo cerca de Barcelona y tengo 36 años. No represento a nadie ni formo parte de ningún tipo de asociación o empresa que "patrocine" mis palabras más que mi propia experiencia y las ganas de aportar mi granito de arena a la hora de dar testimonio, en primera persona, de mi particular periplo con esto del Trastorno por Déficit de Atención y su socia la Hiperactividad.

Después de acercarme demasiado a ese punto de no retorno en lo que a adicciones se refiere, pude salir de una espiral de autodestrucción personal gracias a mi familia y a los profesionales del CAST de Mataró, que en su momento me derivaron a la unidad del Dr. Josep Antoni Ramos Quiroga en el Hospital Vall d´Hebrón de Barcelona, donde confirman las sospechas de que mi impulsividad, mi (inconsciente) baja autoestima, mi desapego por la mayoría de cosas que me rodeaban y sobre todo, mi nula tolerancia a la frustración, podían ser las consecuencias de un TDAH no diagnosticado en la infancia.

Mis problemas ya empezaron allí, donde mis "queridos" profesores se encargaron de machacarme con esos tópicos tan característicos en los niños con TDAH: “Es listo pero no se esfuerza lo suficiente…” “No está por lo que tiene que estar…” “Si él quisiera sacaría todo excelentes, pero no le da la gana…” “está siempre en babia y no quiere prestar atención”. 
A grandes rasgos, y salvo contadas excepciones, ese fue el diagnóstico y la etiqueta que arrastré durante mis últimos años de la antigua EGB: “el niño es un vago”. Lo que acabó por martillear y acrecentar mí, ya de por sí,  baja autoestima. Después de aprobar de milagro la EGB aún tardé ocho años más -de los cinco que se necesitaban entonces- en sacarme el título de grado superior de formación profesional para así, empezar a trabajar y poder independizarme con apenas 21 años recién cumplidos.

Mucho ha llovido desde entonces, concretamente dos países, cuatro pisos de alquiler, cinco compartidos y hasta uno en propiedad que vendí al año de comprármelo. He llegado a tener 18 trabajos diferentes y más de media docena de relaciones de las que llamaríamos serias. He ido a clases de guitarra, de canto, de yoga, he estado apuntado en gimnasios hasta en tres ocasiones, he cantado en un grupo, he sido ludópata, he abusado del alcohol, he fumado hachís y marihuana a niveles industriales y por suerte, la cocaína sólo fue una anécdota en comparación con el resto de adicciones. 
Desde que tengo uso de razón he tomado decenas de medicamentos: antidepresivos, ansiolíticos, antiepilépticos, somníferos, relajantes musculares y barbitúricos para la impulsividad. Me han detenido en una ocasión, he tenido un juicio por altercado público con resistencia a la autoridad y mentiría si dijera las veces que he visitado urgencias por asuntos relacionados con el alcohol o las peleas.

El mío es un currículo del que quizá no debería sentirme demasiado orgulloso, pero sinceramente, en cualquiera de los episodios antes mencionados, detrás de cada mudanza, de cada relación fallida, de cada conflicto personal, de cada exceso; existía el mismo denominador común y las mismas preguntas que desde pequeño empecé a hacerme en aquel colegio salesiano: ¿Por qué todo me sucedía a mí? ¿Por qué me alteraba tanto todo lo que me pasaba? ¿Por qué esa sobreexcitación? ¿Por qué era incapaz de contener esa impulsividad? ¿Por qué me resultaba tan complicado hacer las cosas de un modo más sencillo? ¿Por qué me afectaban tanto las rupturas sentimentales? ¿Por qué no sabía aceptar con más calma una crítica que yo consideraba injusta? ¿Por qué de pronto tenía la irremediable urgencia de beber y meterme en una estúpida pelea o tirar mis horas extras por la rendija de una máquina tragaperras?

Tardé mucho en encontrar esas respuestas, en quitarme esas etiquetas y sobre todo, en empezar a valorar el esfuerzo que tuve que hacer para llegar al punto en el que ahora me encuentro. Han pasado muchos años desde mi última moneda apostada, he dejado a un lado el alcohol y las malas influencias, y actualmente, a pesar de estar desempleado, dedico mi tiempo a preparar este libro y soy voluntario en una fundación que trabaja con niños en riesgo de exclusión social.

Esta es mi historia, la cual, espero poder compartir con vosotros tan pronto como me sea posible. Mientras tanto, he decidido abrir este blog y una página en Facebook (que ya lleva unos meses en marcha) para informaros de este proyecto y por descontado, echar una mano en todo lo que me sea posible en este trayecto que empezó mucho antes de que yo conociera de su existencia: el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.

Bienvenidos y poneos cómodos, estáis en vuestra casa.

Carlos G.Viadel


10 comentarios:

  1. Me encanta el tono que desprende tu forma de escribir. Muchos ánimos y adelante, que para muchos no eres de gran ayuda.

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    1. Gracias¡¡ Sr/Sra anónim@... jeje

      Un placer poder echar una mano

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  2. https://www.facebook.com/6 de noviembre de 2013, 23:16

    Hola,tengo 42 años y a mi me diagnosticaron hace a pena dos años...y vamos lo que acabo de leer tambien fui yo...gran impulsividad,que me ha dado un problema judicial con una pareja,soy chica tambien esa pareja era chica...tambien he fumado hasta 25 porros al dia durante los tres años antes que llego el diagnostico.Ya antes fumaba pero no tanto...y bueno fracasos a todos los niveles...ese maldito tdah es casi algo que podria desear a un peor enemigo...que por suerte no tengo,por falta completa de haber logrado una vida social...un saludo,Christele,si mi nombre sueña raro es porque soy francesa!

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    1. Bonjour Christele, y muchas gracias por compartir tus inquietudes conmigo

      Si algo he aprendido del fracaso y del aislamiento social (yo también he estado mucho tiempo sin apenas amistades) es a valorarme a mí mismo y a las poquísimas personas que a pesar de todo siempre han estado a mi lado.

      El amor viene y va, y la soledad, muchas veces, es cuestión de rachas. No desfallezcas, porque si alguien puede ayudarte, eres tú misma.

      Ánimo y no tires la toalla, porque si algo tenemos las personas con TDAH es esa capacidad para levantarnos e inventarnos una vez tras otra...

      Un abrazo¡¡¡


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  3. HOLA,SOY MUJER DE 44 AÑOS Y SE ME DIAGNOSTICO HACE 4, DESPUES DE PASAR 10 AÑOS EN LA SEGURIDAD SOCIAL DROGADA Y TRATADA DE TODO MENOS DE MI ENFERMEDAD QUE LOS SINTOMAS ERAN LOS QUE ME TRATABAN,PERO YO NO BEBIA,NI ME DROGABA,AUNQUE ME INTENTE SUICIDAR MUCHAS VECES,CUANDO ME VI REFLEJADA EN UN ADOLESCENTE TRATADO DE ESTA ENFERMEDAD PEDI A SU MADRE EL NUMERO DE SU ESPECIALISTA Y SEÑORES A PRIVADO Y A PAGAR PARA SER TRATADA CORRECTAMENTE Y NO DROGADA,AUNQUE MUCHAS VECES CREO QUE ERA MEJOR ASI PORQUE NO ME ENTERABA DE NADA Y TENGO LAGUNAS DE ESOS 10 AÑOS PERO AHORA SOY OTRA,YO ME VEO PEOR, ENCERRADA EN MI CASA NO ME CUIDO, NO QUIERO RELACIONARME CON LAS PERSONAS,ODIO TENER A MI MARIDO Y MI HIJA PENDIENTES DE MI, Y SIGO PENSANDO QUE MEJOR NO ESTAR AQUI

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  4. Hola¡¡

    Por desgracia, no es la primera vez que escucho de esa sobremedicación en la seguridad social (yo también lo he vivido) y esa situación desencadena precisamente en lo que te pasa a ti: aislamiento, sentimiento de culpa, depresión... etc...

    Lo único que te puedo decir es que no odies la situación que tienes con tu familia, en mi caso, si no fuera por ellos, probablemente hubiera sido incapaz de salir por mí mismo de la espiral en la que me encontraba.

    No te encierres en ti misma, apóyate en ellos y atrévete a salir ahí fuera. Ponte guapa, arréglate y piensa que lo peor ya ha pasado. De verdad, yo desde aquí no puedo hacer gran cosa, pero sí tu no lo intentas, nadie lo hará por ti.

    Es cuestión de ir paso a paso, sin correr pero sin detenerse, da pequeños paseos, escucha música, habla con los tuyos, explícales como te sientes, empieza a activarte y se positiva. Seguro que a parte de ti, tu familia también sufre al verte así.

    Hazlo también por ello, pero sobre todo por ti... Hay muchas cosas que merecen la pena y que probablemente no te has dado ni cuenta. Sólo es cuestión de empezar con el primer paso...

    Te mando un abrazo bien fuerte y todos los ánimos del mundo. Sé por lo que estás pasando, y te puedo decir por experiencia que de todo se sale. Sólo es cuestión de proponérselo

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  5. Buenas noches amigo, tengo 43 y recientemente diagnosticada medicamente por tdah aunque hace años que lo sospechaba, en la actualidad no estoy medicada pues solo eran antidepresivo y eso no arregla mi condicion, pienso yo, ademas que en mi pais Venezuela, este trastorno pasa sin pena ni gloria para quienes los padecemos es decir es invisible a la vista de los demás y los medicos no son muy duchos en la materia y hasta creo que aun no lo comprenden, para completar se lo herede a mis hijos tambien, soy en mi circulo familiar y de amigos la payasa, la loca, la despitada, la irresponsable, la desmemoriada, la oveja negra, y otros muchos la, la, la... cuando he buscado de contar sobre mi diagnostico ponen una cara como que si estoy loca y termino diciendo que era chiste y asi paso la vida escondiendo algo que otros no entienden o peor no quiere entender, ah tambien escribo aunque no muy bien y quisiera compartir contigo un relato que hice en honor a mi hijo pues yo mas que nadie me siento muy identificada con el, el si esta en tratamiento pues los medicamento en mi pais son extremadamente costoso. su medico cuando lo diagnostico,me dijo: Señora usted tiene dinero, porque este es un trastorno muy caro y es de por vida.... Te deseo mucho exito, es bueno saber que en esta jungla humana nuestra especie esta luchando por sobresalir y por sentirnos libre, sigue asi

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  6. Las Aventuras de Hugo
    Distraído como siempre y volando con la imaginación, Hugo miraba las nubes como si no existiese otra cosa mas importante a su alrededor y como si solamente existiera él y sus pensamientos.

    Imaginaba personajes con cada nube que pasaba e incluso creaba historias asombrosas y maravillosas que solo él era capaz de entender.

    ¡Que placentero era estar así! dando rienda suelta a su infatigable mente, sin tener que estar pendiente de nada y sobre todo lejos de los regaños o quehaceres que tanto le aburrían tener que realizar.

    Pero como nada es eterno, en menos de lo que canta el gallo, fue desterrado de su mundo fantástico al escuchar la voz de su mamá que como de costumbre le gritaba:
    - ¡Hugo! ¿Dónde estas metido muchacho é zipote?
    - De seguro fantaseando como siempre.

    Mientras tanto, Hugo fue bajado de un tirón del mundo imaginario que había creado.
    Inmediatamente salio en una carrera hasta donde se encontraba su mamá, que probablemente lo buscaba para hacer algún mandado.

    Hugo era un niño con mil y una aventura, pero también con mil y un problemas a consecuencia de sus distracciones y despistes que a diario lo agobiaban sin entender porque.

    En la escuela era el más nombrado, todos los maestro tenían referencias de sus travesuras y de su bajo rendimiento escolar; pues aunque tenia un increíble capacidad creadora no lograba poner en orden sus ideas para demostrar que si sabia la clase, ni priorizar sus conocimientos a la hora de presentar un examen y los entregaba en blanco. Todo lo que ocurría en el salón tenia por protagonista a Hugo, pues además siempre esta en movimiento y la maestra no logra que permanezca mucho tiempo sentado en su pupitre.

    En ocasiones se cansaba hasta la saciedad de defender su postura en cuanto algún inconveniente, negando que lo hubiera hecho pero nadie le creía, era catalogado como un desastre ambulante.

    Mientras su mamá lo miraba con ojos compasivos, escuchando los argumentos de la maestra y sin saber que decir por temor a ser mal juzgada, pero en el fondo de su corazón ella lo comprendía.

    Hugo era un motor en constante marcha, nunca paraba, le gustaba el cine, las comiquitas, la computadora, correr, hablar como un loro, desvelarse entre otras actividades.
    Odiaba leer, para el era una especie de tortura, aunque leía poco, trataba de hacer un esfuerzo para complacer a su mamá.

    Le costaba humanamente retener lo aprendido, o leer por tiempo sostenido, todo lo que para el significara un esfuerzo mental le aburría, le fastidiaba.

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  7. ¡Ah! Pero no todo era malo pues Hugo también era un niño muy tierno y bondadoso, colaborador y con un corazón grande lleno de amor y empatía hacia los demás, por eso le afectaba mucho cualquier mal comentario hacia su persona.

    Con todo se entretenía, con todo tenia que ver, todo lo desarmaba y lo volvía armar y quedaban tan perfecto que siempre le sobraban piezas mientras su mamá pensaba que lo había destruido, el contestaba:
    - ¡tranquila mamá, que si sobran esos tornillos, es porque no le hacían falta!

    “El gran Hugo” así le decían a veces quienes le conocían, pues a pesar de todo tenia personas que lo apreciaban.

    Hoy Hugo ha llegado con su carita roja como un tomate por venir (como siempre) corriendo de la escuela hasta su casa. Su mamá pregunta:
    - ¿Cómo te fue hoy en la escuela?
    Y él responde:
    - ¡Bien mami y no me mandaron tarea!
    - ¡ah! Por cierto mamá, tienes que ir a la escuela mañana y te juro que esta vez no hice nada.!

    Nunca se cansa, siempre intranquilo como aquel famoso niño “Daniel el travieso”, que si se hubiesen conocido, hubiesen sido grandes amigos o peor hubiesen acabado con la comunidad entera.
    Ya se hubieran desgastados sus nombres de tanto nombrarlos por tantas travesuras.

    Tenia días tristes porque por más que tratase sus esfuerzos eran lento. Le gustaba la soledad pues en esos ratos podía soñar despierto, ser él mismo sin que sus acciones molestasen a los demás.

    - ¡Quédate quieto!
    - ¡No hagas eso!
    - ¡Fuiste tú!
    - ¡No me digas que no puedes!
    - ¡Eres un flojo, por eso no avanzas!
    Todas estas expresiones eran su día a día y estallaban en su cabeza como bomba de tiempo.

    Pero él seguía sin comprender porque era tan distinto a los demás.

    Este es Hugo, un niño con una gran imaginación, con ganas siempre de ayudar a los demás, amigable, bondadoso, con mucho amor por su mamá, pero también un niño con una energía desenfrenada que no puede controlar y que muchos juzgan sin conocer que su cerebro funciona distinto a los demás.

    Con él se aprende que no basta querer para poder, que el control en él es algo incontrolable, que no es tonto ni lento al aprender a ritmo diferente a otros niños.

    Es un gran guerrero que lucha todos los días a pesar incluso de él mismo, cae y se levanta para enfrentar nuevas aventuras y pelear nuevas batallas con unos mounstros que nunca se destruyen y que trata de desaparecer en su dura pelea con ellos y que llevan por nombres: discriminación, indiferencia, exclusión e ignorancia y que lamentablemente viven oculto en cada uno de nosotros.

    -¡Ah! Se me olvidaba, Hugo sufre de TDAH.
    CRISTY

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    1. Hola Cristy...

      ¡ Hermoso cuento ¡ Dice mucho de ti que te hayas tomado el tiempo para escribir sobre las peripecias de tu hijo (o basándote en tu hijo) denota la gran sensibilidad y preocupación que sientes por él.

      La verdad es que no es la primera noticia que tengo desde el otro lado del charco, y me siento algo impotente al ver las dificultades -mucho mayores que las de aquí- que tenéis allí para que este trastorno salga a la luz y pueda recibir el trato que se merece.

      Espero que con el tiempo se convierta en un trastorno más -como la dislexia o la discalculia- y pueda dejar de ser un trastorno del que avergonzarse. Aunque aquí las cosas resulten algo más fáciles, yo también he sufrido la experiencia de explicar lo que es el TDAH y he sufrido en mi piel la indiferencia de la mayoría de personas con las que he hablado.

      No te des por vencida, sé que a veces esta lucha resulta frustrante y que no todos los días se tiene la paciencia que se requiere. Pero si algo tenemos los adultos con TDAH, es la capacidad para levantarnos una y otra vez a pesar de los contratiempos y los agravios soportados.

      Mucha suerte en tu camino, te mando un abrazo bien fuerte, uno para ti y otro para tu "bichillo", seguro que, a pesar de las dificultades, juntos tiráis esto para adelante.

      Gracias por compartir tu historia conmigo¡¡¡

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